Os dejamos los cuentos redactados por dos alumnos de 2º B:
CAPERUCITA ROJA (VERSIÓN ACTUALIZADA)
Iba Caperu un día dando una vuelta por el centro de la ciudad cuando se sintió observada. Había salido varias veces sola durante esos meses, ya que era el tramo que debía recorrer de la casa de su abuela a la suya y, sin embargo, esa vez le entró un poco de miedo. Se quitó los auriculares del iPod y los guardó en el bolsillo, miró hacia su derecha y hacia su izquierda, pero no vio nada extraño. Había un grupo de jóvenes y dos ancianos en un café, nada fuera de lo normal. Respiró tranquilamente y siguió su camino hacia casa.
Fue veinte minutos más tarde cuando decidió que podía coger un atajo, pero tenía que pasar por un callejón…
-Bah -se dijo-. No le había pasado nada en todos estos meses, ¿por qué le iba a pasar ahora?
Así que cogió el atajo. Entonces oyó una especie de murmullo; respiró hondo y pensó: “solo es una rata u otro pequeño animal”. Y fue entonces cuando oyó pasos, se paró en seco y se dio la vuelta bruscamente: allí había tres tipos con muy malas pintas y una sonrisa maliciosa en la cara.
-Hola, guapa ¿cómo está una chica buena como tú en un sitio cerrado como este?- dijo un tipo alto con gorra.
-Pues… Yo…- titubeó nerviosa Caperu.
-Me parece que te has perdido ¿no es así?- dijo otro bajito.
-No me he perdido- acertó a decir- Iba a mi casa y… He cogido este atajo y… Pues… Yo…
-Sh, sh, sh, relájate, descansa.- dijo el tercero.
-Dejadme ir, por favor…
-¿A qué viene tanta prisa, guapa? ¿Acaso crees que no somos de fiar? Si es así, estás en lo cierto.
Los chicos rieron y se acercaron un poco más a Caperu, quien tenía todos los músculos en tensión.
-¿Qué llevas en la bolsa?- dijo el chico de la gorra.
-Llevo mis cosas, cosas que no te interesan en absoluto.
-Uh, la gatita saca las uñas ¿eh? Me gusta tu descaro.
-Por favor…
-Me apetece saber qué llevas en el bolso…-dijo el chico acercándose.
-¡Apártate de mí!- dijo dándole una patada al desconocido.
Corriendo extrajo su móvil de la cartera y seleccionó la llamada de emergencia (los desconocidos le sacaban menos de un metro de distancia), pero el móvil se le resbaló de sus manos temblorosas y calló al asfalto. Entonces, como por arte de magia, sus piernas doblaron la velocidad normal y corrieron más que nunca.
Salió por fin del callejón y gritó con todas sus fuerzas. Por suerte había dos policías haciendo guardia en la Plaza Central, que al verla, corrieron a ayudarla.
Cuarenta y cinco minutos después…
-¿Te sientes mejor, chica?- dijo Alberto, el policía.
-Sí, gracias, de verdad, han sido muy amables. –dijo Caperu dándole un sorbo a su tila.
-Vendrán a por ti enseguida y podrás irte a casa.
-Muchas gracias… ¿Sabe qué? Esta situación me recuerda al cuento de Caperucita, usted es el “leñador” que mata, bueno, en este caso detiene al lobo, en este caso “delincuentes”.
El policía rió con ganas y se sentó a hablar con la alegre chica, que además de valiente era soñadora.
Ana Quiñonero Bayonas.
ÉRASE UNA VEZ QUE ERA
Esta historia sucedió hace no mucho tiempo. A las afueras de Fuente Álamo se acababa de construir una granja y unos hombres llevaron allí a los animales que residían en la antigua granja, ya que ésta había sido demolida.
Los animales acogieron con felicidad el cambio. La nueva granja era más grande, y los animales comentaban el cambio.
Las gallinas cacareaban:
-Nuestro sitio es más grande y nuestra casa es de dos pisos. Además, la paja está fresca y recién puesta.
Los cerdos chillaban:
-¡Nuestras marraneras ya no son de chapa barata, son de ladrillo! El barro es reciente, pues se nota espeso.
De entre todos los animales había uno que era especial, el pato Silvio, que tenía un sueño: ser compositor.
En la granja se regían por una democracia, aunque tenían un rey, que era un perro de avanzada edad. Toda la granja estaba de acuerdo con él, porque repartía justamente el trigo y el pienso. Pero un día llegaron a la granja nuevos animales: varios conejos, un caballo, una vaca, gallinas y un gallo.
Los animales les recibieron con alegría y les explicaron el funcionamiento de la granja.
Pasaron las semanas y todo iba bien hasta que una noche, la del 18 de abril, alrededor de las tres de la madrugada, los nuevos animales salieron de sus casas y envenenaron al perro. A la mañana siguiente encontraron al perro muerto y todos se apenaron.
Los animales decidieron reunirse para elegir al nuevo rey, pero el gallo quiso imponerse. Los animales se negaron y el gallo ordenó a su ejército, compuesto por vacas, conejos, gallinas… que tomasen la granja por la fuerza.
Se formó un gran revuelo. Las primeras víctimas fueron pollos y demás cachorros. El pato Silvio se escondió e intentó proteger a su amada, una pata llamada Macapaca. Los disturbios se prolongaron durante tres días, ardieron las casa de la gallinas y los refugios eran las casas de los cerdos.
El gallo tenía presa a Macapaca, así que Silvio fue al sitio donde se encontraban para rescatarla; pero el gallo lo vió y acabó con la vida de Macapaca, de manera que el pato Silvio no pudo hacer nada para ayudarla, salvo detener al gallo y acabar con la disputa.
Por su heroico acto quisieron coronar rey al pato, pero él se negó y les confesó que quería ser compositor.
Manuel Ruiz Ayala.